Cartas entre Ginsberg y Kerouac recogen la historia de una amistad
La correspondencia refleja las dudas literarias de los dos amigos y también los celos.
Por: Josep Massot para La Vanguardia y Clarín
A mediados de los años cincuenta, una generación de jóvenes norteamericanos se rebeló contra el modelo de sociedad puritana y consumista que le ofrecía un EE.UU. que, arruinada la vieja Europa, nacía como potencia mundial. Miles de jóvenes se unieron al aullido de Howl (Allen Ginsberg, 1956), se lanzaron a recorrer la Ruta 66 después de leer On the road (Jack Kerouac, 1957) o a explorar los márgenes de la sociedad Naked lunch (William Burroughs. 1959). La historia de la generación beat ha dado pie a tantas leyendas y mistificaciones que la publicación de las cartas de Kerouac y Ginsberg (Viking) es fundamental porque rescata sin trampas las voces originales.
Las 188 cartas, desde 1944 hasta 1963, reconstruyen no sólo los entresijos de una generación (Neal Cassady, Gregory Corso, Gary Snyder...), sino sobre todo la historia de una amistad. Ginsberg y Kerouac se conocieron en 1944, en un apartamento cercano de la Universidad de Columbia. Ginsberg, 17 años, era un poeta homosexual, inseguro y tímido, que buscaba la aprobación de su mentor, Lionel Trilling, mientras que Kerouac, 21 años, de una familia franco-canadiense, jugador de rugby, ya había pasado página y tenía claro que no quería escribir como Conrad Aiken. Participaban con entusiasmo de la vida agitada de los hipster de Nueva York, devotos del be-bop. La primera carta es de aquel año, Ginsberg escribe a Kerouac a su celda de la cárcel del Bronx: había sido detenido, junto a Burroughs, por ocultar pruebas del asesinato de David Kammerer por parte de Lucien Carr. Un crimen –Carr solucionó con dos puñaladas el acoso sexual al que le sometía sin respiro Kammerer– que noveló Kerouac, primero a cuatro manos con Burroughs (...Y los hipopótamos fueron hervidos en sus tanques) y después a solas (La ciudad y el campo, La vanidad de Douloz).
En 1949 es Ginsberg quien está en apuros. La policía descubrió en su apartamento mercancía robada y pudo evitar la cárcel, pero no el psiquiátrico, donde conoció a otro beat Carl Solomon. "Aquí –escribe a su amigo– los abismos son reales". Más tarde, Kerouac visita en México a Burroughs, que acababa de matar accidentalmente a su mujer, Joan, al errar el tiro en un absurdo juego a lo Guillermo Tell. "Bill –escribe Kerouac– es grande. Joan le ha hecho aún más grande que nunca (...) No tengo duda de que fue un accidente".
La correspondencia refleja las dudas literarias de los dos amigos y también los celos. "Tu novela es impublicable", demasiado loca y salvaje, escribe Ginsberg cuando lee el manuscrito de On the road. "Sigue el consejo de quien ha escrito una obra maestra: ¡pasa a máquina tus poemas!", le apremia Kerouac, quien había apostado por la escritura espontánea –"El primer pensamiento es el mejor pensamiento"–, no como la escritura automática surrealista, sino como la improvisación de los jazzistas del be-bop. Y al igual que ellos, buscando en las drogas o en el budismo nuevas percepciones de la mente, que en el caso de Kerouac le exacerbaron su vena mística. Sin embargo, Kerouac corrigió el estilo de On the road antes de darlo a imprenta, como se puede comprobar en la reciente edición del manuscrito original (Anagrama): un rollo de papel de calco de 36 metros, ajustado para que cupiera en la máquina de escribir.
Ginsberg acabó asumiendo el método de escritura espontánea, kikcwriting (blowing o sketching) de Kerouac y, ayudado por las visiones del peyote, escribió Howl. Cuando lo leyó por primera vez, con gestualidad de performance, en 1955 en la Six Gallery, se convirtió de inmediato en un himno generacional: "He visto las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura...". Poco tiempo después, On the road llenó las carreteras de Estados Unidos de jóvenes haciendo autostop, viajando como polizones en los trenes o probando las drogas psicodélicas.
Ginsberg y Kerouac asumieron de forma diferente el éxito. El poeta, que había enviado el poema a T.S. Eliot., Ezra Pound y William Faulkner, tenía más conciencia literaria que el antiintelectual Kerouac, y emergió como gurú del movimiento beat. El novelista, en cambio, Kerouac, se sintió abrumado. Cada vez más atado al consumo de benzedrina, marihuana y alcohol para mantener el fluir de su imaginación, entró en un tobogán de altibajos depresivos. Y Ginsberg empeñó todos sus recursos para tratar de mantener vivo a su amigo.
Las últimas cartas son de 1963 –"¿Me amarás alguna vez?", dice Ginsberg– seis años antes de que Kerouac muriera de cirrosis. Ginsberg era una respetada referencia cultural y Kerouac deliraba sin rumbo, soñando volver a ser joven, antes de que supiera que la historia iba a acabar mal. "Algún día –llegó a escribir Kerouac a su amigo– las cartas de Allen Ginsberg a Jack Kerouac harán llorar a América".
"Quiero escribir sobre nuestra generación..."
Las casi doscientas cartas abarcan desde el año 1944 hasta 1963. Un tercio de ellas son inéditas y reunidas en un libro revelan la historia íntima de la generación beat. "Quiero escribir sobre nuestra generación..."
"Hacer que todo cambie..."
Kerouac: "Quiero escribir sobre nuestra generación y ponerla en el mapa y darle importancia y hacer que todo cambie". Más tarde, Ginsberg, al leer el manuscrito de On the road: "No veo cómo pudiera ser publicada, es demasiado personal, está llena de lenguaje sexual y tiene tantas referencias a nuestra mitología". Kerouac define la generación beat como aquella que surgió en EE.UU. en la guerra fría, desilusionada, antimaterialista y antiautoritaria, en busca de una relajación de las tensiones sociales y sexuales.
"Sólo debes purificar tu mente..."
Kerouac aconseja a Ginsberg que aplique su método de escritura. "Sólo debes purificar tu mente y dejar que manen las palabras (los ángeles de la visión vuelan sin esfuerzo cuando están frente a la realidad)... y te golpeen, descaradas, quieras o no quieras, rápidamente. A veces estoy tan inspirado que pierdo la conciencia de lo que estoy escribiendo". Ginsberg le contesta: "Me doy cuenta de cuánta razón tienes... [Howl] salió según tu método, sonando como tú, prácticamente una imitación".
"Tengo que escapar o morir..."
Tras el éxito de On the road y de Howl, Kerouac se siente incómodo en su papel de escritor célebre. "A qué inevitable loco sueño de vida nos hemos subido... Este edulcorado estiércol me está matando. Tengo que escapar o morir". Y añadía: "No quiero hablar ni ver a nadie". Allen Ginsberg, en cambio, eufórico, le contesta: "Todo está bien ahora. Me limpié con Howl" Y Jack Kerouac le replica, desolado: "Nuestras mentes han sido completamente arrasadas".
"Si todo el mundo fuera amor..."
"Dáte cuenta, Allen, de que si todo fuera verde, no existiría nada de color verde. Por igual, los hombres no pueden saber lo que es estar juntos sin saber antes qué es estar separados. Si todo el mundo fuera amor, ¿cómo podría existir el amor?. .. ¿cómo podemos conocer la felicidad y la cercanía sin contrastrarlas, como las luces? Y Ginsberg contesta, tozudo: "La clave es que todo pensamiento es inexistencia, irrealidad. La única realidad es verde, amor".
El director brasileño Walter Salles está filmando la nueva versión cinematográfica de On the road. El elenco incluiría a Viggo Mortensen, Steve Buscemi, Kristen Stewart, Kirsten Dunst y algunos otros más.
En este momento están filmando algunas escenas en la Patagonia argentina, en los alrededores de Villa La Angostura. Vamos a ver qué tal sale.
Yo visto por William Burroughs, con una Kodak Retina de segunda mano recién comprada en el Bowery, en la azotea de nuestro apartamento del Lower East Side entre las Avenidas B & C, árboles del parque Tompkins bajo antenas nuevas. Alan Ansen, Gregory Corso & Jack Kerouac visitaban, el libro de Jack 'Los Subterráneos' recoge parte de ese mismo escenario, Burroughs & yo editamos manuscritos-carta que mandó desde Méjico y Sudamérica, Alene Lee (Mardou Fox en 'Los Subterráneos') pasó a máquina el manuscrito final. En el vecindario había mucho polaco y ucraniano, algunos artistas, yonquis, estudiantes de medicina, restaurantes baratos, el alquiler sólo me costaba un cuarto de mi salario de 120 dólares como el chico de las copias en el periódico. Era el tiempo del poema dedicado a Cassady, "The Green Automobile", Otoño de 1953.
Tomado de Flores de Fango donde se pueden ver más fotos de otros beats.
Lowell Blues remembers the Place Jack Kerouac could not forget. By fusing visual history, language and jazz into a Film Poem, Lowell Blues illuminates Kerouac's childhood home.
El director brasileño Walter Salles está filmando la nueva versión cinematográfica de On the road. El elenco incluiría a Viggo Mortensen, Steve Buscemi, Kristen Stewart, Kirsten Dunst y algunos otros más.
En este momento están filmando algunas escenas en la Patagonia argentina, en los alrededores de Villa La Angostura. Vamos a ver qué tal sale.
In this definitive documentary, director Christopher Felver crafts a sharply wrought portrait that reveals Ferlinghetti's role as catalyst for numerous literary careers and for the Beat movement itself. Interviews with Ferlinghetti, made over the course of a decade, touch upon events that began to unfold in postwar America. These events include the publication of Allen Ginsberg's Howl, William S. Burroughs' Naked Lunch, and Jack Kerouac's On the Road, as well as the divisive events of the Vietnam war and the sexual revolution. Since its inception in 1953, Ferlinghetti's City Lights Bookstore quickly became an iconic literary institution that embodied social change and literary freedom. Featuring Lawrence Ferlinghetti, Allen Ginsberg, Dennis Hopper, Billy Collins, Dave Eggers, Anne Waldman, Michael McClure, Amiri Baraka, Bob Dylan, Robert Scheer, and more.
La versión cinematográfica de En el camino me pareció bastante floja, aún cuando resultó mejor de lo que esperaba.
Ahora se filma una nueva película sobre la Generación Beat llamada Kill your darlings, centrada sobre la vida de Lucien Carr,compañero de cuarto de Allen Ginsberg en la Universidad de Columbia, y su participación en el asesinato de David Kammerer.
Autor: Jack Kerouac
Traducción: Pablo Gianera
ISBN: 978-987-1622-22-1
Pagínas: 256
“Viajero solitario es una recopilación de artículos unidos por un mismo tema: el viaje. Empleo en el ferrocarril y como marinero, montañas, misticismo, lascivia, solipsismo, desenfreno, corridas de toros, drogas, iglesias, museos, calles, una aleación de vida como fue vivida por un libertino orgulloso, educado e indigente que va a ninguna parte.”
Jack Kerouac
Las relaciones entre vida y literatura alcanzan en Kerouac un colmo: parece interesarle la aventura, pero le importa solo en la medida en que puede ser escrita. El único acontecimiento genuino de sus libros es la lengua, y pocas veces alcanzó esa lengua una realización más radiante que en Viajero solitario, condensación veloz de la experiencia de sus novelas, versión cruda de la autobiografía que leemos, enmascarada, en sus ficciones. También aquí se despliegan las rutas insondable de En el camino, la California de Big Sur antes de Big Sur, San Francisco, la iluminación en la montaña de Los vagabundos del Dharma, el México de los poemas de Mexico City Blues, el Tánger de William Burroughs, la insidia urbana del Nueva York de Los subterráneos, el descubrimiento de París y, al final del camino, el desencanto. Cada uno de esos viajes constituyen además estaciones de una peregrinación interior en la que está implicada la doble espiritualidad de Kerouac: el catolicismo y la práctica budista. Extranjero en todas partes, el vagabundo Kerouac observa, y su prosa espontánea, intensamente poética, se mantiene siempre sensible a las menores oscilaciones de la percepción.
Gilles Deleuze comparaba la escritura de Kerouac con la línea de un dibujo japonés, una línea pura que tendía a la sobriedad y no admitía corrección. Para Kerouac, la frase no era una simple unidad de sentido; era una respiración. Su escritura tiende al descubrimiento de una forma, no a la imitación de una ya existente. Viajero solitario crea una escena para la ilusión de Deleuze: la invención de una lengua extranjera en el interior de la lengua propia, auténtica meta del viaje.